Una señora vive a la orilla de un río y se queja a la policía de que unos jovenzuelos se bañan desnudos delante de su casa.
El inspector manda a un subalterno que diga a los chicos que no se bañen delante de la casa, sino río arriba donde ya no hay casas.
Al cabo de unos días, la dama llama de nuevo por teléfono: los jóvenes nadan todavía al alcance de la vista.
El policía vuelve y los manda más arriba. Unos días des¬pués, la señora indignada acude otra vez al ins¬pector y se queja: «Desde la ventana del desván todavía puedo verlos con unos prismáticos».
Uno puede preguntarse: ¿Qué hará la dama, cuando finalmente ya no pueda ver a los chicos desde su casa?
Tal vez dará un paseo río arriba, o tal vez le baste la seguridad de que en alguna parte hay quién se baña desnudo.
O tal vez podría averiguar qué le pasa con eso que le pasa?
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