
No es fácil, ya que para ser tolerantes debemos acallar nuestro egoísmo y dejar a un lado al orgullo.
Pero es en el ejercicio diario de la tolerancia como logramos construir la hermandad y derribar los muros del odio y la injusticia.
El diccionario de la Real Academia define así esa valiosa virtud llamada tolerancia:
"Tolerancia es soportar al otro con la intención de entenderlo mejor.
Sólo a partir de esa mejor comprensión se ordenan los conflictos de intereses y los derechos de los contrincantes. La tolerancia exige coraje".
Y podemos ir más allá de esta definición y afirmar que la tolerancia nos mueve a aceptar al otro con amor, más que a soportarlo.
Nos mueve a ponernos en su lugar, a valorar las diferencias y a dejar que el otro viva su vida sin manipularlo ni presionarlo.
Y como toda virtud es recíproca, el otro también nos respeta y así logramos convivir en armonía. No es fácil pero es mejor amarnos que odiarnos y agredirnos.
Autor: Gonzalo Gallo González
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