martes, 26 de mayo de 2009

INTELIGENCIA EMOCIONAL EN LA SALUD

Entrevista realizada a Valentín Oyarzábal.
Experto en Ciencias de la comunicación y del comportamiento.
Creador y director de la escuela Shinku de orientación Zen donde se imparten conferencias
y seminarios para un nuevo estado de conciencia.
Es presidente del Instituto Internacional para el crecimiento holístico.
Dirige grupos de apoyo para enfermos oncológicos y sus familiares desde una base cuántica – espiritual.
En los últimos años imparte conferencias yseminarios para el desarrollo de esta Nueva Conciencia. Autor de la obra: “La razón Última del Cáncer”.

1.- ¿De qué forma influyen nuestras emociones en nuestra salud?
Nuestro sistema límbico, responsable de nuestras emociones, es demasiado
receptivo al entorno y lo que existe en él afecta a nuestro núcleo celular. El
escuchar mensajes como: “Tu amigo ha fallecido” o, “Tu madre está enferma”,
produce un efecto desestabilizador en nuestro ADN. También sucede ante un
diagnóstico de cáncer inmunodeprimiendo nuestro cuerpo ante el mensaje emitido
por el médico.
El sistema emocional está influido por la forma en que comprendemos el entorno.
Lo que nos han enseñado, lo que hemos ido aprendiendo con las nuevas
sensaciones que se han incorporando al alma. Y, el cerebro lo tiene muy claro: en
cuanto te encuentras de frente con esos estímulos, inmediatamente te va a dar una
información celular, tanto si es para bien como para mal.
Cuando uno está enamorado, el sistema límbico se droga. Y, cuando este sistema
se encarga del amor, todo es curación. Pero, claro, luego viene el nuevo amanecer:
la vida cotidiana, la relación con la pareja, los problemas. Y, con ese amanecer
aparece el odio, el resentimiento.
Siempre el primer paso a la enfermedad es el amor en la sombra y, ahí es donde se
genera el conflicto, el trauma, la propia muerte espiritual y física.
Por eso es tan importante que eduquemos al neocórtex para acceder al sistema
límbico. Mediante la razón podemos conquistarlo. Ese es el equilibrio del ser
humano. Si disponemos de un cerebro conectado y tranquilo, nuestro sistema
límbico estará capacitado para responder ante los avatares y los conflictos con
nuestras parejas o con la vida en general.
2.- ¿Qué significa para usted ser inteligente emocionalmente?
Una persona capaz de enfrentarse a los problemas del día a día y a las distintas
situaciones de una forma coherente, sin exaltarse compulsivamente. El ser
emocionalmente inteligente significa valorar las cosas en su justa medida, sin
obsesionarnos. Y, cualquier acción que hagamos, tendrá el efecto que deseamos.
La inteligencia emocional está en que sepamos manejar las situaciones de forma
dosificada, sin sufrir in extremis. Y esto no significa que no podamos sentir este tipo
de emociones, sino que no nos posean ni arrastren al plano neurótico. El inteligente
emocional no se deja llevar por mucho tiempo por esa emoción.
Por otra parte, tampoco es inteligente emocionalmente aquel que se cree infalible,
sin límites, que puede controlar todo lo que le sucede. Una persona poderosa es
aquella que reconoce sus márgenes y, a partir de ahí, prevé cuál es el segundo
paso. Si no, es puro ego, soberbia y, en consecuencia, desequilibrio emocional.
3.- Teniendo en cuenta la relación entre nuestras emociones y pensamientos y
entre nuestros pensamientos y conexiones neuronales, ¿cómo podemos
según usted reestructurar nuestras redes neuronales?
Haciendo lo contrario de lo que pensamos habitualmente. ¿Cómo puedo dejar de
ser adicto?, ¿cómo puedo dejar de tener la costumbre de provocar?, ¿cómo
podemos salir de las adicciones que nos esclavizan? He ayudado a mucha gente a
lo largo de mi vida y todos podemos cambiar si decidimos hacerlo por motivos
elevados. El amor, el terreno espiritual, la mala salud y, también estar harto de la
profunda infelicidad. Estos son puntos que hacen que una persona pueda decidir un
cambio.
Siempre he de recordar que hay que reinventarse, nacer cada día, cada instante.
Esto es flexibilidad y reconocer nuestra divinidad, siendo co-creadores con Dios.
4.- ¿Cómo nos ayuda la sabiduría Zen a combatir el cáncer?
La máxima del Zen es “Vivir aquí y ahora”. El Zen es una postura ante la vida y ésta
nos va a dar la salud o la enfermedad. Vivir de forma apasionada, sin engaño ni
contradicciones cambia el programa celular. Es el camino de la sanación.
El cáncer es multifactorial y se puede acceder a él desde múltiples disciplinas. Pero
si adoptamos esta actitud Zen ante la vida, el acceso al cáncer es infinitamente
mayor y, quién sabe, tal vez sólo necesitemos esto para sanar.
Está demostrado que el sistema sanitario y todos sus científicos no están sanando
al mundo. Al contrario: son los activadores de la mayor parte de las enfermedades.
Sanar no tiene nada que ver con el imperio político sanitario.
5.- Y, la física cuántica, ¿cómo contribuye a mejorar nuestra salud?
Con la física cuántica tocamos el apartado subatómico trabajando con energías y
resulta más factible comunicarse con el cáncer. Ese es el paradigma de la cuántica:
entender los mensajes celulares, la vida y la muerte de la propia célula. La curación
del cáncer comienza cuando confiamos en estos mensajes, sin necesitar pruebas.
Es necesario confiar en lo que no se ve porque eso que no se ve es la esencia de la
vida.
La verdadera medicina está en lo intangible, en lo espiritual, en la vibración cósmica
que ha creado lo que somos tanto si lo presenciamos con los ojos reales como si
no.
6.- Podría compartir con nosotros su experiencia llevando grupos de apoyo a
enfermos de cáncer y a sus familiares, ¿qué efectos produce este tipo de
dinámicas en la salud?
El efecto que tiene la familia o grupo de apoyo es enorme. Esto no significa que la
familia tenga que estar al servicio del enfermo oncológico. El paciente de cáncer
precisamente lo que tiene que hacer es asumir la vida y el cambio para modificar el
mensaje celular. Es necesario que no lo traten como a un enfermo, como a un
inválido, sino como a un ser con un potencial infinito que tiene que modificar ciertas
cosas. No debemos protegerlos sino colaborar con ellos.
7.- En su libro “La razón Última del Cáncer”, usted reflexiona sobre las causas
físicas y metafísicas del cáncer. Las causas físicas son más conocidas pero,
¿cuáles son las causas metafísicas?
La inmensa mayoría de los tipos de cáncer tienen una predisposición emocional que
ha podido permanecer durante un breve o largo espacio de tiempo. Hay una
relación a nivel de cuerpo-conciencia que hará que seamos más proclives a
padecer un tipo de cáncer. Por ejemplo, el cáncer de páncreas o de hígado se
desencadena en personas a las que les falta alegría, vitalidad, aunque no lo quiera
reconocer nuestro hermético sistema sanitario.
No significa que lo emocional sea el único factor pero sí es un desencadenante.
Si somos personas felices es muy difícil que se nos desarrolle un cáncer. Una
persona puede comer mal, fumar o beber alcohol pero si su sistema emocional está
fuerte, es una persona que disfruta de la vida y se siente integrado en el entorno,
estadísticamente tiene la misma probabilidad de tenerlo que un vegetariano sin los
llamados vicios pero menos socializado. Esto no significa que haya que beber ni
comer mal o fumar, bajo ningún concepto.
Sería bueno que admitiéramos esta relación ya que nos ayudaría a mejorar
increíblemente nuestra salud.

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