martes, 30 de marzo de 2010

INTELIGENCIA EMOCIONAL EN LA POLITICA.


Actualmente se tiene un marcado interés por las emociones y los sentimientos como elementos centrales de la comunicación política.

Más allá de la vanidad ideológica, de la prepotencia programática, de los gestos envalentonados y desafiantes, de los rostros duros de los candidatos, los votantes prefieren ver y escuchar expresiones que despierten emociones y sentimientos positivos; quieren sentir a los candidatos como personas compasivas, altruistas, corteses, humanas, tiernas, amistosas, cordiales; que apelen a lo mejor que llevamos dentro y nos inviten a crecer como individuos y como sociedad en vez de líderes que juegan con nuestros miedos y nuestras necesidades.
Y es que detrás de cada voto hay un afecto y, para despertar ese interés “los candidatos tienen que seducir sin ocultar sus emociones; desde unas risas, un llanto o una caricia”.

Mientras algunos políticos han abandonado el terreno de lo emocional (valores, sentimientos y emociones) y han menospreciado el conocimiento de la percepción ciudadana, otros se están ocupando y utilizan mejor los mensajes y las expresiones.
La mercadotecnia de las emociones que sirve de base a la política de las emociones enfatiza que quienes deciden participar en política orientan su decisión de voto en sus emociones y sentimientos.

La política implica la movilización de emociones a favor o en contra de un partido o un candidato.

El candidato o partido que triunfa en los comicios no necesariamente es el mejor, es el que es percibido como el mejor por la mayoría de los electores que acuden a votar.
Aceptada y validada la “inteligencia emocional”, los candidatos la están adoptando como parte de su perfil.

Y es que las personas que tienen una inteligencia emocional elevada son socialmente equilibradas, sociables y alegres, no son pusilánimes ni suelen pensar una y otra vez.

Poseen una notable capacidad de compromiso con las personas o las causas, de asumir responsabilidades y de alcanzar una perspectiva ética; son solidarias y cuidadosas de las relaciones.

Su vida emocional es rica y apropiada; se sienten cómodos con ellos mismos, con los demás y con el medio social donde viven”.
El tema de la política de las emociones se vuelve más imperativo y atractivo para los candidatos cuando, según los expertos, esa “política de las emociones” es una de las mejores tácticas para conectarse con los electores indecisos (que son los que deciden quién es el ganador) y con los que han perdido confianza en la política.

La mejor forma de convencer a los votantes indecisos es a traves de la conexion emocional.

Y el canal más emocional de la comunicación política son las imágenes, los colores y la música.
Hay que conectarse emocionalmente con los votantes, hay que hacerse cargo del estado de ánimo de los otros.

El liderazgo consiste en estar con la gente, con su sufrimiento, abriéndole horizontes. Pero esto hay que hacerlo sentir más allá del discurso.

No solamente se trata de poner el corazón cerca del pueblo, sino al pueblo cerca del corazón. Emocionarse, emocionar, esta es la clave para conquistar votos.

Los votantes quieren soluciones, pero también horizontes, sueños y proyectos.

Pero sobre todo, quieren candidatos de buen corazón.

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